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En el extremo oeste del Alto y con la imponente presencia de las sierras, emerge con marcada personalidad el chalet Los Espinillos, la casona en la que el último gran compositor español, Manuel de Falla, decidió transitar la etapa final de su vida. El espíritu de su música puede sentirse en cada habitación y en el ambiente que lo rodea, convirtiendo al museo en un espacio realmente mágico.
En el extremo oeste del Alto y con la imponente presencia de las sierras, emerge con marcada personalidad el chalet Los Espinillos, la casona en la que el último gran compositor español, Manuel de Falla, decidió transitar la etapa final de su vida. El espíritu de su música puede sentirse en cada habitación y en el ambiente que lo rodea, convirtiendo al museo en un espacio realmente mágico.
Edificado en 1927 en la cima de la colina más alta del loteo “Villa Carlos Pellegrini”, que surgió alrededor del Sierras Hotel, el chalet, de estilo suizo pintoresquista, responde a la época en que la zona logró gran empuje edilicio a partir de la llegada del ferrocarril con materiales de construcción llegados de Europa. Su propietario original fue el Dr. Ángel Gallardo, por entonces Ministro de Relaciones Exteriores de Marcelo T. de Alvear y los planos fueron firmados por su hijo mayor, Arq. Ángel León Gallardo y su diseño privilegia la relación con el sol, el aire y el paisaje serrano. A la muerte de Ángel Gallardo, la propiedad queda en herencia a su hija María Teresa Gallardo de Bunge y en 1942 su viudo, Ricardo Bunge se la ofrece en alquiler a Manuel de Falla.
Nacido en Cádiz, España, el 23 de noviembre de 1876, Manuel de Falla se destacó como pianista y es considerado el mayor compositor español del siglo XX. Sus producciones musicales abarcan diversos géneros y estilos. Situado en la vanguardia propuso siempre algo nuevo y su música presenta lo español en un lenguaje universal que lo llevó a ser reconocido mundialmente por la perfección de sus obras que si bien no son muchas, son creaciones de gran calidad y complejidad y sus primeras partituras surgen inspiradas en temas, melodías, ritmos y giros andaluces o castellanos. En Madrid fue discípulo de Felipe Pedrell y después de obtener dos primeros premios en concursos uno, de Composición, con su ópera La Vida Breve y otro, como concertista de Piano, viaja a París, donde conoció a Paul Dukas, Claude Debussy, Maurice Ravel, Isaac Albéniz, Igor Stravinsky, quienes lo acompañaron en la etapa impresionista en la que surgieron sus composiciones más exitosas, Cuatro Piezas Españolas para piano, Trois Melodiés, y Siete Canciones Populares Españolas y las estrenadas a su vuelta a Madrid: El Amor Brujo, (ballet), Noches en los Jardines de España (suite) y El sombrero de Tres Picos (ballet).
Es en 1919 cuando su vida cambió de manera profunda y evolucionó su estilo musical, coincidente con su mudanza a Granada, donde tomó contacto y trabó profunda amistad con intelectuales y artistas españoles que lo consideraban uno más de ellos, la generación del 27, la generación del 98 y la vanguardia del arte español y su estilo avanza hasta un nacionalismo que buscaba su inspiración en la tradición musical del Siglo de Oro español y al que responden la ópera de cámara para marionetas El Retablo de Maese Pedro, una de sus obras maestras, Psyché (ópera de cámara)y el Concerto para clave y cinco instrumentos.
A partir de 1928 Falla trabajó en Atlántida, una Cantata Escénica, en la que se encontraba concentrado en la medida que su salud se lo permitía, ya que sufría de tuberculosis, cuando desde 1936 a 1939 se desarrolla la Guerra Civil Española a cuyo final el compositor es contratado para dirigir 4 conciertos en el Teatro Colón de Buenos Aires.
Llegó a la Argentina el 18 de octubre de 1939 junto a su hermana María del Carmen, soltera como él y al finalizar los conciertos con total éxito, su salud se desmejoró por el clima de la Ciudad Capital, lo que llevó a los médicos a aconsejarle instalarse en las sierras de Córdoba. Primero se alojó en Villa Carlos Paz, luego en Villa del Lago y por fin, buscando mejor clima y mayor tranquilidad, llegó a Alta Gracia. Alquiló el chalet Los Espinillos, hasta su muerte el 14 de noviembre de 1946, 9 días antes de la fecha en que cumpliría los 70 años. Su cuerpo embalsamado por el Dr. Pedro Ara fue devuelto a España y sepultado en la cripta de la Catedral de Cádiz.
A la muerte de Manuel de Falla el chalet Los Espinillos quedó al cuidado de sus últimos caseros, don Gregorio Montoya y doña Lola Rivero de Montoya. En 1954, por iniciativa del diputado local Roberto Saieg la Legislatura cordobesa aprueba por unanimidad en ambas Cámaras la Ley que declara de utilidad pública y sujeta a expropiación a la casa que albergó en sus últimos años a Don Manuel de Falla para convertirla en Museo.
En 1956 se paga el monto indemnizatorio a Ricardo Bunge, y se transfiere el Dominio a la Provincia de Córdoba. Las tareas organizativas del museo llevaron varios años, impulsadas en gran medida por la directora de Cultura Municipal, doña María Anicin de Koweindl y los funcionarios provinciales el Museólogo Víctor Manuel Infante y el Historiador Efraín U. Bischoff, hasta que el 14 de Noviembre de 1970 se logró su Inauguración oficial, bajo la órbita de la administración pública provincial y con grandes aportes a la colección generosamente donados por la Sobrina de Manuel de Falla, María Isabel de Falla de García de Paredes, hija de Germán, su único hermano casado. En 1974 ella donó también el minipiano inglés que el Maestro había usado en Alta Gracia. En 1998 la administración se traspasó a la Municipalidad de Alta Gracia.
